Enciende la luz, por favor…

Enciende la luz, por favor…

Leído 254 veces
Textos de Autores

15 Dec 21

Es fácil sentir un cierto temor ante lo desconocido. A menudo los cambios nos abocan a ello y los que se refieren a nuestras relaciones pueden afectarnos profundamente y movilizar sentimientos nuevos para nosotros.
He aquí el relato de un amigo que trata de sintetizar metafóricamente alguno de ellos cuando su pareja le expone un día que no sólo está enamorada de él...

«La jornada de hoy fue dura.
Nos tocó subir una montaña bastante escarpada y atravesar una zona bastante laberíntica donde el camino se perdía. Eso nos hizo dudar y discutir por dónde continuar. El cansancio acumulado no ayudaba. Finalmente decidimos seguir por donde tú crees que es mejor, pero antes necesito un rato para recomponerme, atarme los cordones y beber agua.
Seguimos la marcha y al final del día llegamos a un sitio precioso en el que decidimos acampar. Yo monto tienda mientras tú sales a explorar. Vuelves entusiasmada, ¡con un oso! Encontraste todo tipo de frutillas silvestres que nos traes para compartir, estás pletórica y planteas que el oso duerma con nosotros en la tienda. Te encanta el oso. Estoy cansado, los mosquitos se han cebado conmigo mientras montaba la tienda y como sólo quiero dormir, accedo (por una noche, ¿qué va a pasar?, pienso).
Pero a la mañana siguiente tu cara reluciente contrasta con mi dolor de huesos de no haber encontrado una postura buena en toda la noche. «No he estado nada cómodo», te digo, «o el oso, o yo, no quiero una noche más así». Esto te entristece, pues tú has dormido súper bien, mejor que nunca, doblemente arropada. El pelo del oso es especialmente suave y reconfortante.
Sacas al oso de la tienda con resignación, pero al instante echas de menos su presencia y así me lo haces saber entre llantos. Tanto oso para arriba para abajo me medio duele ya. ¿Qué quieres hacer? ¿Vamos a seguir el viaje juntos o prefieres quedar por aquí con el oso disfrutando del lugar? Te lo piensas. Realmente te lo piensas. Te hubiera gustado seguir el viaje y que viniera el oso.
Pasamos el día entero enrocados en esta situación y casi al ocaso y después de decirte lo que significa viajar contigo para mí, me compartes lo mucho que también significa para ti, y que quieres seguir caminando a mi lado. Ello me llena de alegría el corazón. De la mano nos dirigimos a la tienda, ya es de noche, vamos a descansar juntos de nuevo.
Se oye un ruido entre la maleza.
Justo antes de que apagues la linterna, puedo ver al oso en dirección a nuestra tienda…»

           ~un Amigo


Quieres decir algo?

Recibir por email las respuestas a este post    

Anti-Spam : Escribir 254 en el cuadro